viernes, 2 de noviembre de 2018

Los Juveniles de Santana


Con la transformación de Quimantú, a partir de lo que venía siendo la antigua Zig-Zag en 1971, se busca  ahora “concebir el libro como un elemento emancipador de conciencias para el "nuevo Chile" que nacía” Uno de ellos fue la transformación de la revista de historietas Espía 13, en una revista dedicada a mostrar el delito y su combate en Chile. Se llamó justamente así, Delito.

            Nuevas series fueron Patrullera 205 con historietas de una patrulla de carabineros; otra dedicada a versionar algunos clásicos del género policial, Suspenso. Y una tercera a los llamados “delito de cuello blanco”, con el detective Santana a cargo. 

            Después de unos meses de publicarse, la serie de Santana mutó, aún cuando conservó el personaje principal. En su reemplazo se creó una nueva serie Los Juveniles de Santana. En esta serie de los Juveniles, los delitos de cuello blanco pasaron a ser delitos en donde la juventud tenía el rol principal, e incluso Santana mismo reunió a un grupo de jóvenes de ambos sexos que lo ayudaba en sus pesquisas.
   

                La inspiración de esta serie está muy clara.  Fue la serie de TV norteamericana The Mod Squad producida entre los años 1968 a 1973, exhibida en TV chilena como La Patrulla Juvenil y que entonces se encontraba en exhibición en la televisión.  La serie con un look muy moderno pero con un tono poco complaciente, como correspondía a la búsqueda de la redención personal de los tres protagonistas, lo que era el hilo general de toda la serie, y con tres protagonistas bastante atípicos y que además incluían al primer co-protagonista de raza negra en la TV norteamericana. 

            Como dijimos ese habría sido el modelo de nuestra propia Juveniles de Santana, y decimos modelo y no copia, porque es que aún cuando posee semejanzas, es en realidad muy diferente.  Por ejemplo, los protagonistas aquí si actúan dentro de la ley y son parte de un equipo que oficialmente depende del Jefe Ricardo Santana.  Tampoco están siendo redimidos de sus pecadoras acciones pasadas.
    

            Al revisar sus siete episodios publicados aparecen temas en forma recurrente: la drogadicción juvenil y el narcotráfico, los hombres mayores (“lolosaurios”) metiéndose con jóvenes, padres ausentes (física y/o emocionalmente), y ello unido en menor medida con otros temas que también se ven: el embarazo adolescente (y su interrupción ilegal), organizaciones de traficantes de drogas, y todo en un ambiente siempre, y sin excepción, de Barrio Alto santiaguino, incluyendo aisladas mansiones en la pre-cordillera.

            Los protagonistas son.  Ricardo Santana, quién crea esta división juvenil y además se preocupa de crear un instituto educacional para jóvenes, según breve referencia en un capítulo (en un subtema que no se desarrolla posteriormente).  Luego están los dos primeros integrantes conocidos, la hermana Julia Santana, y el joven Juan Cortes. Luego se suma Carolina Lopegui, a quién se dedica un capítulo para contar su historia y los motivos para sumarse.  Y el más joven es Daniel, que más luce como un “ayudista” que como un integrante pleno, y que vemos vendiendo periódicos en un capítulo.

            Los restantes jóvenes que protagonizan los episodios son todos acomodados, visten a la moda: las jóvenes con minifaldas o apretados pantalones, ellos con coloridas camisas y pantalones de “pata ancha o de elefante”, mucho hipismo con collares, cinturones, ósea con recursos, pero algo abandonados jóvenes. 


            Por ningún lado se ve algún problema juvenil en barrios menos acomodados. Y esto no puede ser casualidad. Quiere decir que la droga y el abandono paterno, el hipismo no era percibida por el equipo a cargo de los guiones en Quimantú, como un problema en aquellos sectores sin recursos, o –y esto es importante- que era más bien un problema asociado al hecho de disponer de dinero para su compra.


            La droga solo sirve para escapar de la realidad, no para cambiarla. Ser Hippie es también un escape, y además es una “moda” importada. Dice un libro contemporáneo con el fenómeno publicado en Mexico en 1968, “La falta de contacto con la realidad humana es una enfermedad norteamericana y los hippies van más allá”. Y continúa con una pregunta “¿Qué papel desempeñaran cuando tengan la oportunidad de asumirlo?”


            Por contraposición, son los jóvenes que trabajan con Santana los ejemplos a seguir.  Comprometidos con su tarea, colaboradores, entregados, nada de hipismo, y sin tiempo para banalidades.  Es decir “comprometidos por la causa”.  Podríamos concluir con estas frase: Flores, si pero para hacer crecer Producción.  Ropa y colgantes, si pero sin símbolos “extraños”.




(Nota: este texto es un extracto de la ponencia que realicé en el Congreso Dibujos Que Hablan IV)