lunes, 2 de diciembre de 2013

Regreso al Edén: una novela post-cataclísmica en Chile

Es “Regreso al Edén” una novela de comienzos de los años 60, parte de la historia de la CF chilena “hundida”, y bastante desparecida en las críticas y reseñas biográficas. El mundo se enfrasca en una guerra mundial destructiva. En la periferia los restantes países colapsan. En pocas páginas se ha desatado todo, y –sin mediar muchas palabras- nos encontramos con los protagonistas que huyen de la ciudad buscando llegar a su fundo. Instalados en una pequeña casa de mineros, en un cerro, desde allí observan como son destruidas su casa patronal y sus propiedades por los que hasta hace pocos días eran los inquilinos.

De los protagonistas, conocemos que son una familia. Los padres y sus tres hijos ya adolecentes (un hombre y dos mujeres). El narrador es el padre (Pablo). Al principio comen de los poco que han cargado consigo, y se señala que intentan obtener alimento de los bosques esfuerzo especialmente destacable en los dos hijos mayores. Descubren que en las planicies “algo” se instalado en el suelo aniquilando la vegetación y animales, y también les afecta a ellos si permanecen mucho tiempo en su contacto.

Finalmente, y luego de un par de meses al parecer, la familia se decide instalar en las ruinas de su propiedad –que esta en un terreno alto- en donde logran restaurar una especie de dignidad completamente perdida. Allí nos enteramos que la pareja no posee “afinidad  intima” achacándola el marido a una represiva educación católica de su esposa. Mientras ella le tilda de “comunista” en sus discusiones (antes y después del cataclismo).

Ya están establecidas, en las primeras 40 paginas los patrones de una clara novela post-cataclísmica, pero con muy transparentes rasgos chilenos.  Los protagonistas son una familia, tema muy querido en el discurso público del país. También ellos en el fundo muestran los rasgos más  notorios de la oligarquía territorial con el tratamiento y  existencia de los inquilinos, especie de servidumbre agrícola que en nuestro país comenzó a desaparecer recién a contar de 1964 con la Reforma Agraria impulsada por el gobierno de Eduardo Frei.

Comienza la adaptación a una vida más cerca de la naturaleza, y Pablo decide escribir todo en un diario.  Se las arreglan para sembrar.  Hacen aparejos y van de pesca.  En eso aparece una persona externa.  Un sobreviviente que anda con su carga en un burro a cuestas.  Antes fue estudiante universitario (medicina, arquitectura) según cuenta, y huyó en auto desde la capital, donde luego de varios eventos y quedarse sin combustible, traslada su carga a un burro.

Este nuevo integrante de la tribu, al parecer más una especie de político joven, Rafael Argensola, bueno para la dialéctica y la charla insulsa, genera atracción y repulsa. Pero se queda. Todos juntos buscan sembrar, y se involucran en las tareas agrícolas.  Se suma la captura de un grupo de cabras que están sueltas en los cerros. 

La relación de los jóvenes se pone algo tensa.  Claramente “la naturaleza llama” como escribe el protagonista, y ello genera una vuelta a necesidades básicas.  Logran hacer andar un vehículo y salen a los pueblos vecinos en búsqueda de bienes.   De dulce y agraz, aun cuando queda claro que no son “los únicos habitante sobre la faz de la Tierra”.

En una segunda salida, el resultado resulta desalentador. Ellos avanzan y logran llegar a un valle sembrado, se ve movimiento, y un hogar habitado.  Sorprendidos ingresan y lo que ven los deja anonadados.  Una mujer algo mayor, casi desnuda, los recibe y lo que les cuenta una historia que, nuevamente, nos lleva a los traumas de una sociedad reprimida.  Los que allí viven son un grupo algo grande de hombres, y solo la tienen a ella para satisfacer sus instintos.  Antes habían “conseguido” una mas joven, pero se murió debido a los malos tratos.  Además hay dos de ellos con inclinaciones homosexuales, pero que no son del gusto de la mayoría.  Les sugiere huyan lo mas rápido que puedan.  Logran reaccionar al ver la tropilla de hombres que viene corriendo del valle y arrancan en el vehículo usando sus armas de fuego.

Seguir narrando la historia solo significaría dejarlos sin sorpresa en una futura lectura. Digamos, por tanto, que al contrario de las novelas post-cataclísmicas norteamericanas de esos mismos años, el autor no desdeña meterse en el terreno sexual, de hecho termina siendo uno de los aspectos más relevantes de la novela.  Casi anticipando a la revolución sexual de la década de los 60’s, Meléndez se lanza al ruedo del tema de la educación represiva, la libertad individual, los derechos del líder, la fuerza de la naturaleza y los instintos.  Por otro lado, si podemos encontrar similitudes con las novelas anglosajonas en la fuerza por sobrevivir, en aprender viejos artes de caza, recolección y siembra, en los esfuerzos gregarios, pero en un entorno que es indistinguiblemente chileno.

Hemos podido encontrar una crítica al libro publicada el año 1963. Es una muestra de lo que debió ser una muestra clara de las opiniones de la época.  Allí se enfatiza que el grupo familiar fue transformándose en un “grupo disoluto y depravado”, en vez de ser, supongo, un ejemplo de virtud para trascender la humanidad.  Claramente una visión sesgada que muestra los mismos prejuicios que Melendez despliega en su obra, buscando interpretaciones que evitan pensar en términos “humanos” y siempre van en alturas religiosas.

Tal vez algo discursiva por instantes, la novela me ha dejado en general un buen sabor y su lectura es recomendada al interesado en la obra de CF en Chile.  Eso si, el nombre de la obra tiende a la confusión dado que parecer ser el de una obra religiosa, y le hubiera venido muy bien un cambio.

Sobre el autor: Destaquemos que el autor fue también pintor y dibujante, habiendo trabajado en ese arte un tiempo.  Por ejemplo a fines de los años 20 en la Editorial Nascimiento (como el trabajo expuesto aquí de Salvador Reyes), y posteriormente en el periódico El Diario Ilustrado.

Luis Meléndez Ortiz (1891 - 1988). Escritor y Pintor. Fue esposo de la poetisa Chela Reyes. En 1926 publicó su primera novela titulada “Torre de marfil”. Luego vendrían otras como: “Las mujeres están lejos” (1938), “El unicornio, la paloma y la serpiente” (1947), “Isabel Talbot” (1955) y “Regreso al Edén” (1960), y un texto de ensayos “¿Dónde, la puerta de escape?” (1965).


La portada de la única edición conocida de este libro
estuvo a cargo de Sergio García Moreno, sobre quien tenemos una entrada ya en BLOG.  El sello fue Zig-Zag, y la fecha de publicación 1960.

1 comentario:

Jenofonte dijo...

Se ve interesante la novela "Regreso al Eden" (¿para que nos expulsen de nuevo?).
Pero debe haber sido difícil escribir acerca del tema en esos años en que cualquier idea de algo "pecaminoso" podía ser censurada o por lo menos mal vista, y seguramente se esperaba que los sobrevivientes se trataran como Stewart Granger y David Niven en "La cabaña".