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sábado, 20 de agosto de 2016

ATO y las cubierta de partituras de la Casa Amarilla

Anteriormente hicimos una entrada dedicada a comentar algo sobre las partituras musicales y su relación con la ilustración a través de las cubiertas dibujadas que servían como atractivo enganche de ventas. Hoy exploraremos un caso especifico en Chile de un dibujante que firma como ATO y una gran número de partituras editadas por la Casa Amarilla entre los años 1920 y 1940.  Todo esto es posible gracias a la disponibilización de casi 800 partituras digitalizadas que la Universidad Católica de Valparaíso a través del Fondo de Investigación y Documentación de Música Tradicional Chilena ha realizado, permitiendo a los que se interese acceder a esa inmensa colección patrimonial.



En el fondo patrimonial expuesto hay partituras de variados locales, pero especialmente de la Casa Amarilla.  Este local nació a comienzos de los años 1920 en Santiago y muy pronto se posicionó como líder en la publicación de partituras musicales a gusto del público con ritmos musicales a la moda. En algunas de sus partituras ellos muestran una foto del local y la imprenta, y puede apreciarse la gran cantidad de obras expuestas.

 

Hay un artículo sobe la historia musical chilena que señala que la Casa Amarilla, que muy pronto puso una sucursal en Valparaíso, publicó del orden 4.500 partituras, mientras que en su publicidad señalan orgullosos publicar al menos dos novedades por semana.  Parecen números grandes, y personalmente creo que es una exageración. El fondo patrimonial de la UCV posee 771 partituras casi todas de la Casa Amarilla o de su sucesora en Valparaíso la Casa Wagner, mientras la Biblioteca Nacional en Santiago  dispone de cerca de 850 en el Archivo Musical que se identifican como Editorial Casa Amarilla.  Así las cosas creemos que se puede hablar de una cifra total del orden de la mitad señalada, osea cercana a las 2.000.
 

El artista que aparece firmando un gran número de cubiertas es ATO, y cuyos trabajos al parecer se concentran en dos períodos (al parecer, porque las partituras no usaban llevar una fecha de edición). El primero con dibujos más elaborados y más color bajo el sello de Casa Amarilla, desde los comienzos y hasta aproximadamente 1928 o algo así.  Luego hay un segundo grupo de trabajos publicados bajo el sello de Casa Wagner, Valparaíso a comienzos de la década de los 30. Cabe destacar que el cine sonoro comenzó a funcionar en Chile en 1929, momento en que puede observarse una fuerte demanda por partituras relacionadas a películas, y en donde en la cubierta de la misma suele usarse la foto de algún actor o actriz.

 

La segunda etapa de sus ilustraciones son consistente  con el único grupo de trabajos que no corresponden a partituras de ATO que conocemos.  Estas son una serie de ocho portadas para una “Colección Planeta Marte” con la serie de ocho novelas de Edgar Rice Burroughs sobre el personaje John Carter, bajo una editorial que al parecer no publicó ningún otro texto.

   

Según información recibida de una de las investigadores del fondo UCV, ATO correspondería al seudónimo de la esposa del gerente del local de la Casa Amarilla en Valparaíso, sin haber podido obtener más referencias ni nombre.

Al revisar la inmensa cantidad de obras dibujadas por ATO puede apreciarse una gran versatilidad de estilos,  adaptación a las limitaciones de imprenta y colores e interpretación del gusto de los compradores.  Y también puede apreciarse su gran capacidad de trabajo, dado que probablemente y por muchos meses debe haber creado una o dos ilustraciones por semana, todas consistentes con el tema cuya partitura se incluía.
   



Parte importante del patrimonio ilustrativo chileno que queremos destacar hoy.



sábado, 21 de marzo de 2015

Partituras Musicales e Ilustración

Durante mucho tiempo, la única forma de escuchar música en el mundo era con intérpretes en vivo. Es por esto que era tan necesario que en las familias se enseñara la interpretación de  algún instrumento, el cual en la clase más alta fue  casi exclusivamente el piano.  Pero también de la misma forma era necesario que existiera una provisión de las correspondientes partituras para que se pudiera tocar los distintos temas.

  

Dentro de este ámbito se creó una industria a través de la edición y publicación de las mismas. Y como eran objetos que necesariamente se veían y exhibían, la portada generaba un imán para atraer compradores. Por lo tanto la preparación e ilustración de estas portadas en las partituras generó un arte propio. 




En Chile la tradición española hacía que el instrumento preferido para acompañamiento de tertulias fuera la guitarra. Ya con la independencia, y la llegada de comerciantes extranjeros, el piano comienza cada vez más a tener preponderancia, transformándose pronto en el instrumento que acompaña las veladas.

Así las cosas es en la ciudad de Valparaiso en donde se concentran  los primeros comercios especializados en partituras e instrumentos, especialmente de pianos.  Inicialmente las partituras eran obras doctas, y algunos sones populares.  Y ya para fines del siglo XIX y comienzos del XX el género que se popularizó fue el de las canciones de moda, que fueron los animadores de fiestas y encuentros. Varios locales fueron famosos en la historia de Chile, como la Casa Amarilla.

De hecho en algunos hogares era usual que agruparan sus partituras y, las empastaran, de forma tal que no se perdieran y estuvieran a mano. De allí el origen de algunos álbum con unas 20 a 40 partituras y la identificación de sus propietarios.

Con la llegada de la radio como medio de transmisión, y de la gran popularidad que los programas musicales rápidamente adquirieron,  y casi en paralelo el invento  de los gramófonos y la industria disquera, hizo desaparecer esta industria.  Hoy se las puede hallar en librerías de viejo por montones porque ya no tiene mayor uso salvo para unos pocos.
  


Hemos exhibido hoy una pequeña muestra, incluyendo por cierto múltiples ejemplos de Chile, buscando aquellos con alguna interesante imagen de portada.  Los autores, por cierto, casi nunca son identificados aún cuando presumimos que la fuente de la mayoría de ellos se puede encontrar en obras originarias de otros países.