Durante los
años que Zig-Zag publicó revistas de comics en los años sesenta, se usaron variadas
formas para fidelizar a los lectores, algunas de las cuales pueden resultar
curiosas, o desconocidas, por lo que hoy veremos algunas de ellas.
Cuando en
1966 lanzó las tres revistas dedicadas a temas bélicos (fundamentalmente de la
segunda guerra mundial) y que revisamos con algún detalle en una otra entrada anterior, tituladas U-2,
Trinchera y SOS, incluyó en los primeros números de U-2, dedicada a las
acciones aéreas, trabajos del dibujante
Máximo Carvajal, donde él pudo desplegar parte de su mayor afición, dibujando
aviones en una serie destinada a ser una especie de naipes coleccionables. Para ello la hoja de la contratapa contenía
cuatro naipes cada una, que contenían el dibujo de un modelo de avión, según
puede verse en las muestras a continuación.
Dado el éxito
permanente de las revistas con los personajes de Disney, cuya gran cantidad de
títulos y periodicidad hizo que el periodista Jose Perez Cartes señalara que salía
una revista nueva cada día de la semana. Y aprovechando además la presencia en
programas dominicales de Televisión –con los varios shows exhibidos en Disneylandia-,
llevo a Zig-Zag a lanzar un Club Disneylandia, cuyos beneficios nunca fueron
demasiado claros. Lo que si resulta claro
es que se buscaba generar competencia entre los mismos lectores, y que desearan
obtener en cada oportunidad un grado mayor.
Para lograrlo era menester juntar un total de 500 puntos, y en cada
revista venían 15. Se tenían siete grados que se podían obtener, luego de
hacerse miembro. Yo cuando niño recuerdo
haber visto algún pin metálico que se obtenía en cada grado.
En esos años
existía muy expandida la costumbre de los locales de cambio de revistas. Un lugar donde llevando una cierta cantidad
de estas publicaciones, y abonando un monto fijo por cada ejemplar, se podía
cambiar esas revistas por otras en mismo número. De esta forma, y sin tener que
comprar otro ejemplar, podía leerse publicaciones distintas. Para combatir ese
fenómeno la editorial Zig-Zag buscó varias opciones. En algún momento con la
revista El Jinete Fantasma ofreció un banderín a cambio de tres ejemplares de
la publicación, como puede verse en la publicidad a continuación. Nuevamente, eso sí, el centralismo juega en
contra, dado que el canje solo podía hacerse en oficinas en Santiago,
descartando todo el resto del país de
esa posibilidad.