martes, 1 de octubre de 2013

Hacia Otros Mundos: La gran saga de la ciencia-ficción chilena

El trabajo de Oscar Camino en el mundo de la historieta de Ciencia Ficción comenzó en 1949 con El Navío Atómico en la revista Okey. La serie que hoy revisaremos es –de alguna forma- una nueva visita a esta historia.  Pero antes pongamos algunos números.  Esta larga serie se publicó en 75 ejemplares seguidos de El Peneca, durante cerca de un año y medio, en los años 1956 y 1957, totalizando un destacable total de 150 páginas.



La historia misma describe el viaje y las aventuras de un grupo de terrestres recorriendo el Sistema Solar en una nave. Comienza el año 1998 cuando la nave despega desde la Estación Espacial que orbita la Tierra.  En su largo viaje aterrizan en la Luna, Ganimedes, en un asteroide que orbita Saturno, Marte, Fobos y Venus, volviendo el año 2001 a la Tierra.
La representación y contenido de cada uno de esos lugares es aproximadamente la que uno hubiese esperado. Marte tuvo una civilización muy sabia y antigua, hoy extinta.  Venus es un planeta exuberante con vegetación y animales gigantescos, y con volcanes en gran actividad.  En Ganimedes hay un mundo subterráneo con seres humanos prehistóricos y criaturas muy semejantes a los dinosaurios, en un gigantesco mar bajo la tierra dado que la superficie está cubierta de nieve.

    

También en el trayecto en el espacio hay eventos no muy distintos a los que uno creería que deberían formar parte de este viaje.  Un cruce de la zona de asteroides, un ser que aparece en las muestras tomadas en un asteroide que crece y pone en peligro a la pasajeros, hasta que es expulsado a través de un boquete en el nave.

Ciertamente Camino recibió influencias de muchos sitios, y varios de ellos pueden rastrearse más o menos fácilmente.  Pero el gran logro fue armar una serie continua, y que gustó y atrapó a los lectores, en su gran mayoría menores de edad, y que formaban un grupo etario distinto al de los lectores de Okey, y que por eso pudo prolongarse tanto tiempo. 





Y su otro lado su gran merito está en el dibujo.  Camino, de seguro inspirado por algunos clásicos historietistas anglosajones, y muy especialmente por el gran maestro Alex Raymond, busco generar cuadros de amplitud y presencia panorámica, con escenarios que muestran grandes imágenes. También aquí las influencias pueden detectarse, pero el buen manejo de Camino, su búsqueda de los escenarios épicos y un adecuado manejo de personajes permiten que esta serie tenga hasta hoy un gran sentido de aventura, y sea una de las muy pocas sagas nacionales, en el mundo de la ciencia-ficción, que pueden registrarse.

En lo referente al manejo de diálogos, aún Camino muestra que le cuesta adaptarse al esquema de diálogos con globos y desde allí mostrar la historia.  Sigue muy enfocado en la narración, y por ello casi todos los cuadros muestran textos al pie de la imagen, y solo en ocasiones se involucra en diálogos entre los viajeros. Sigue siendo el trabajo de Camino una novela en el sentido de historia narrada en tercera persona.


 



Es esta serie heredera directa de los relatos de viaje que por siglos han acompañado a la humanidad, y probablemente por eso ya han demostrado su cercanía y apego.  Fácilmente podemos ponernos en el lugar de Jason, quién, con sus argonautas, desafía al mar y sus criaturas en un viaje por una búsqueda, cuyo resultado final es menos trascendente que el viaje; y así Camino nos lleva en una nave espacial por mundos distintos con peligros diversos que siempre son superados, al igual que Jason.


1 comentario:

Jesús Duce dijo...

Apasionado como soy de la ciencia ficción y de los cómics, tengo que reconocer que me parece muy atractiva esta saga.
Un abrazo