En 1941 la editorial Zig-Zag comenzó a publicar una nueva
revista infantil, con el mismo tamaño que la revista El Peneca, y también
dirigida por Elvira Santa Cruz (Roxane).
La gran diferencia entre ambas publicaciones estaba en el enfoque
explícitamente cultural que se le deseó entregar: recrear educando. Otras diferencias estaban en el staff de
artistas, y en la calidad del papel, notablemente inferior. En los primeros ejemplares
las páginas de portada eran a todo color, y además se incluyó una segunda
página al centro también a color.
El artista principal era Lautaro Alvial B, quién tenía
además un conjunto de otros dibujantes incluyendo su hermano mellizo Anibal.
También en estos primeros ejemplares destacaban los trabajos de Walterio Millar, con una
adaptación de “Cuatro Remos”, y una
sección “De nuestra historia”. Mas adelante Millar publicaría una Historia
de Chile ilustrada, que sería muy popular en los años 50’s y 60’s. También
trabajos de Henriette Morvan,
con notas, adaptaciones y cuentos.
Pronto el nombre de Roxane deja
de aparecer como directora, y cerca del ejemplar número 50, El
Cabrito aumenta su tamaño, mismo que mantendría hasta el fin de la revista, y eliminó la
página central a todo color. En la parte
historietas se suma “Pacha Pulay”,
luego “El zar de los abimos” y “El nuevo Aladino” ambas al parecer de
origen extranjero. De entre los trabajos de chilenos se suma un trabajo de
Christie, con globos de texto y autoconclusiva: “Aventuras de dos ‘cabros’ y un cabrito” (en donde el término
‘cabros’ se aplica coloquialmente a niño).
Henriette Morvan que venía
colaborando desde el comienzo, es nombrada directora, y ya acercándonos al
primer centenar de ejemplares, aparece la Ciencia-Ficción. Una primera con la historieta de Flash
Gordon, extrañamente titulada como “Yarko
el invencible” y con el folletín "El
avión invisible”, versión de la novela clásica de Albert Bailly de 1929 y que ya en 1931
había publicado Zig-Zag en la colección Universo.
Una característica importante es
la permanente y amplia cantidad de colaboraciones de los lectores: dibujos,
anécdotas, poesías, humor, historia, etc muchas veces todos ellos impulsados
por concursos. Esta interacción nunca
fue disminuida, sino al contrario, siempre fue incentivada, ocupando siempre al menos dos de las paginas de la revista.
También cerca de la centena hace
su aparición en portada los trabajos de Adduard,
todavía con excepciones como por ejemplo el 99 un trabajo de L. Alvial sobre B.
Vicuña Mackenna. Muy pronto monopolizaría las portadas con este niño mofletudo, y sus otros amigos
todos de idénticas características.
Dentro de los trabajos en su
interior, se comienza a dar ahora un fuerte impulso al trabajo de
chilenos. Primero con folletines
ilustrados, y muy pronto con historietas apoyadas en texto. En conjunto uno que otro trabajo extranjero: Bufalo Bill, de Harry O’Neil, y Peter Pan de Mo’leff. Los dibujantes nuevos que comienzan a destacar:
J.
Escudero, Hortensia, Lagosin.
Vemos también a Rabello, y dentro de los trabajos
fantásticos destacamos. La adaptación
de Lagosin para El Reino de Mar, de A. Conan Doyle. Luego el trabajo de Sergio Rojas sobre la
novela de H.G Wells Los Primeros Hombres en la Luna. Terminando la anterior comienza la adaptación
de Alcibiades Cuevas al trabajo de Rosny, La Muerte de la Tierra. Un trabajo
juvenil de un colaborador colegial devenido en artista, Las Píldoras Voladoras de
J. Otero. En sus últimos veinte
ejemplares dos nuevas series, por los nuevos integrantes del equipo. Primero Paladines
del Aire, resultado del trabajo de Pedro Nolasco en el texto, y Arthur
en los dibujos. Ambos artistas habían
comenzado a colaborar en ediciones recientes.
La segunda obra es Kao,
el superhéroe del futuro chileno. Ambos trabajos quedan inconclusos al cortar
Zig-Zag la publicación de la revista en el ejemplar
362 (a fines de Septiembre de 1948), justo cuando la revista se
aprestaba a celebrar su séptimo aniversario. Aun cuando Morvan señala en la
editorial de despedida que el motivo fue un problema de costos, personalmente
creo que fue un tema de enfocar la demanda de revistas infantiles en El
Peneca, y para eso abandonar El Cabrito. Creo esto porque claramente el mercado quedó “en
demanda” y al año siguiente cuatro nuevas revistas salieron a quioscos: Simbad,
Aladino
(de la que contamos su historia en una entrada anterior), Condorito (Core) y Okey.
2 comentarios:
Excelente descripción histórica de este legado de la gráfica ilustrada de Chile.
Gracias Moisés.
E. C. Flores.
Cantelli. (Enrique Cristian Morales Flores)
Gracias por los comentarios.
Un abrazo. Moisés
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