Con la transformación de Quimantú, a partir de lo que venía siendo
la antigua Zig-Zag en 1971, se busca
ahora “concebir el libro como un
elemento emancipador de conciencias para el "nuevo Chile" que nacía”
Uno de ellos fue la transformación de la revista de historietas Espía
13, en una revista dedicada a mostrar el delito y su combate en Chile.
Se llamó justamente así, Delito.
Nuevas series
fueron Patrullera 205 con
historietas de una patrulla de carabineros; otra dedicada a versionar algunos
clásicos del género policial, Suspenso.
Y una tercera a los llamados “delito de cuello blanco”, con el detective Santana a cargo.
Después de
unos meses de publicarse, la serie de Santana mutó, aún cuando conservó el
personaje principal. En su reemplazo se creó una nueva serie Los Juveniles de Santana. En esta
serie de los Juveniles, los delitos
de cuello blanco pasaron a ser delitos en donde la juventud tenía el rol
principal, e incluso Santana mismo reunió a un grupo de jóvenes de ambos sexos
que lo ayudaba en sus pesquisas.
La
inspiración de esta serie está muy clara.
Fue la serie de TV norteamericana The Mod Squad producida entre
los años 1968 a 1973, exhibida en TV chilena como La Patrulla Juvenil y que
entonces se encontraba en exhibición en la televisión. La serie con un look muy moderno pero con un tono poco complaciente, como
correspondía a la búsqueda de la redención
personal de los tres protagonistas, lo que era el hilo general de toda la
serie, y con tres protagonistas bastante atípicos y que además incluían al
primer co-protagonista de raza negra en la TV norteamericana.
Como dijimos
ese habría sido el modelo de nuestra propia Juveniles
de Santana, y decimos modelo y no copia, porque es que aún cuando posee
semejanzas, es en realidad muy diferente.
Por ejemplo, los protagonistas aquí si actúan dentro de la ley y son
parte de un equipo que oficialmente depende del Jefe Ricardo Santana. Tampoco están siendo redimidos de sus
pecadoras acciones pasadas.
Al revisar
sus siete episodios publicados aparecen temas en forma recurrente: la
drogadicción juvenil y el narcotráfico, los hombres mayores (“lolosaurios”) metiéndose
con jóvenes, padres ausentes (física y/o emocionalmente), y ello unido en menor
medida con otros temas que también se ven: el embarazo adolescente (y su
interrupción ilegal), organizaciones de traficantes de drogas, y todo en un
ambiente siempre, y sin excepción, de Barrio Alto santiaguino, incluyendo
aisladas mansiones en la pre-cordillera.
Los
protagonistas son. Ricardo Santana,
quién crea esta división juvenil y además se preocupa de crear un instituto
educacional para jóvenes, según breve referencia en un capítulo (en un subtema
que no se desarrolla posteriormente).
Luego están los dos primeros integrantes conocidos, la hermana Julia
Santana, y el joven Juan Cortes. Luego se suma Carolina Lopegui,
a quién se dedica un capítulo para contar su historia y los motivos para
sumarse. Y el más joven es Daniel,
que más luce como un “ayudista” que como un integrante pleno, y que vemos
vendiendo periódicos en un capítulo.
Los restantes
jóvenes que protagonizan los episodios son todos acomodados, visten a la moda:
las jóvenes con minifaldas o apretados pantalones, ellos con coloridas camisas
y pantalones de “pata ancha o de elefante”, mucho hipismo con collares,
cinturones, ósea con recursos, pero algo abandonados jóvenes.
Por ningún
lado se ve algún problema juvenil en barrios menos acomodados. Y esto no puede
ser casualidad. Quiere decir que la droga y el abandono paterno, el hipismo no
era percibida por el equipo a cargo de los guiones en Quimantú, como un
problema en aquellos sectores sin recursos, o –y esto sí es importante- que era más bien un problema asociado al hecho
de disponer de dinero para su compra.
La droga
solo sirve para escapar de la realidad, no para cambiarla. Ser Hippie es
también un escape, y además es una “moda” importada. Dice un libro
contemporáneo con el fenómeno publicado en Mexico en 1968, “La falta de contacto con la realidad humana
es una enfermedad norteamericana y los hippies van más allá”. Y
continúa con una pregunta “¿Qué papel
desempeñaran cuando tengan la oportunidad de asumirlo?”
Por
contraposición, son los jóvenes que trabajan con Santana los ejemplos a seguir.
Comprometidos con su tarea, colaboradores, entregados, nada de hipismo,
y sin tiempo para banalidades. Es decir
“comprometidos por la causa”. Podríamos
concluir con estas frase: Flores, si pero para hacer crecer Producción. Ropa y colgantes, si pero sin símbolos
“extraños”.
(Nota: este texto es un extracto de la ponencia que realicé en el Congreso Dibujos Que Hablan IV)